Las rutas jacobeas ofrecen muchas particularidades respecto a caminar por, por ejemplo, una GR (Gran Ruta) o realizar una peregrinación a Lourdes. Entre ellas, sin duda de las más destacada, es la acogida al peregrino. Ésta se realiza desde tiempo inmemorial en los llamados hospitales, refugios o albergues de peregrinos. Se realiza de manera desinteresada y con gran cariño al peregrino. En el Camino del Norte podemos encontrar la labor de acogida realizada por asociaciones (Irún, Pasajes, San Sebastián, Deva, Markina, Larrabetzu, Lezama, Bilbao, Portugalete, Muskiz, Santander, Polanco, Oviedo, Tineo, Borres, Avilés...), particulares o de la Iglesia (Rosa en Orio, padre Ernesto en Güemes, Alejando en Caborredondo, Javier en Pendueles, David en Bodenaya o los monasterios de Cenarruza, Valdediós, Cóbreces y Sobrado dos Monxes) o administraciones, sobre todo en Galicia con los de la Xunta.
Detrás de todos ellos, incluidos los públicos, hay personas que desviven para ayudarte, escucharte e informarte. Aprovecha para conocerlos pues su sabiduría y experiencia te ayudarán en el Camino.
Pero después, una vez que hayas vuelto de Santiago de Compostela, plantéate si tú podrías hacer lo mismo. Puedes echar una mano de muchas maneras. La más fácil, contactando con las asociaciones para colaborar como hospitalero. La más difícil, cambiar de vida como Alejandro de Bodenaya y Rosa de Orio para vivir para el peregrino. Hasta donde quieras llegar.